Fecha de la visita: 28 de septiembre de 2024
- Global 5
- Comida 5
- Servicio 5
- Ambiente 5
El restaurante tiene una terraza muy amable en medio de un centro comercial. Aunque no son muchas mesas, la relación con el chef no es tan íntima como en el local de Cuauhtemoc, donde sólo había una barra con seis lugares. La carta tiene las especialidades que se esperan de un sushi, pero mi acompañante y yo fuimos directamente a la experiencia omakase (que ahora no es tan fácil localizar en la carta). Pedimos el nigiris shinzen (10 pieazas) y un Manzoku, una selección de pesca del día hecha por el Itamae (el chef) para nosotroes. Para empezar, el Itamae nos mandó un sashimi de atún con una combinación de sabores excepcional, entre el gusto suave de una carne de atún fresquísima, un sellado muy ligero por los cuatro bordes del corte y un aderezo suave de tamarindo un poco picante. Siguió con una selección de niguiris cuyo denominador común fue la frescura, cada uno de ellos acompañado por puntos de salsa, aderezo o acompañamientos herbales que hicieron que la experiencia fuera sorprendente a cada bocado. La selección de pescados fue variada, pero llamaron poderosamente nuestra atención los nigiris de shitake, zanahorias babys y aguacate. El Itamae nos mandó luego un hand roll de aguacate con una salsa deliciosa que ellos mismos preparan y una quijada de hamachi caliente, con un capeado ligero, en un delicioso caldo de pescado con algas y un toque de soya. Siguieron llegando más nigiris, todos con el mismo nivel de frescura y sabores explosivos, pero el protagonista de la comida fue un nigiri de cangrejo de concha suave, que mantuvo el interés mío y de mi acompañante durante varios minutos antes de decidirnos a desafiar sus diminutas tenazas, comerlo y decidir que estaba delicioso: crujiente y con un sabor picante inducido, nos parece, por un tipo de marinado. La experiencia omakase finalizó con una sopa miso y un postre. Recomendable al cien por ciento para gustos refinados.